LOS ESPÍRITUS
Para
la mayoría de las culturas, las prácticas de los espíritus no son como los
cultos a los dioses. Cuando se adora a un dios en un templo, es para solicitar
algún favor que puede ser garantizado por el poderoso ser divino. Sin embargo
el propósito del culto a los espíritus no es el de conseguir favores, sino para
cumplir con el deber filial de uno. Algunas especies creen que sus antepasados
necesitan ser provistos por sus descendientes. Otras no creen que los antepasados
estén preocupados por lo que sus descendientes hacen por ellos, sino que la
expresión de piedad filial es lo importante. No importaría si el antepasado
recibe o no lo que se le ofrece.
Los
cultos a los espíritus están basados en la creencia que los miembros de la
familia que han muerto tienen una nueva existencia, se interesan por los
asuntos del mundo y poseen la habilidad de influir en la suerte de los vivos.
Todas
estas culturas le dan un significado ritual a la muerte de los seres queridos.
La meta del culto es asegurar el bienestar en la nueva existencia de los antepasados
y su buena disposición hacia los vivos y, a veces, pedir algún tipo de favor o
ayuda.
La
función social del culto a los espíritus es cultivar valores familiares, como
la piedad filial, lealtad a la familia y continuidad del linaje.
HUIPA
Al
espíritu de un individuo muerto algunas tribus del interior de la selva lo
llaman huipa, en contraposición de los goeiza, los espíritus de los vivos. Los huipa
están destinados a vivir en un paraíso terrenal que recibe muchos nombres pero
no todos lo alcanzan. Aquellos que han cometido muchas maldades, que no han
sido justos ni han procurado el bien de sus semejantes cargan a su huipa con
una pesada rémora que muchas veces les impide realizar el viaje.
Si
bien los goeiza tienen una forma clara tras la muerte pierde tal y es libre de tomar la que desee. En ocasiones
se aparecen como si de individuos vivos se trataran aunque son claramente
distinguibles por el vacío de su mirada. Tienen costumbres nocturnas y son
temidos pues si pecaron en vida más lo harán tras la muerte.
Estas
presencias confieren al bohíque,
médico brujo, grandes poderes, al ser este el encargado de apaciguarlos y el
único capaz de comunicarse con los espíritus. Para este fin se confeccionan
ídolos de algodón, piedra, hueso, concha y otros materiales, que reciben el
nombre de cemíes. Los cemíes tienen
poder tanto sobre los vivos como los muertos. Ahuyentan a los malos espíritus o
incluso los capturan si se usan de forma correcta y pueden después liberarse cuando
resulten de utilidad.
En
muchas ocasiones de emplean estos
amuletos para apresar los huipa de los antepasados de forma que su viaje
al paraíso se retrase y puedan favorecer a su familia. Los bohíques más duchos
pueden incluso encerrar goeiza de árboles, rocas o individuos vivos en un cemí
y otorgar al portador la fuerza o virtudes de este.
IVI ATUA
Para
los chutu waqracha el alma es inmortal y pervive a la muerte del cuerpo. No
solo eso sino que su influencia en el mundo de los vivos es indiscutible. Tal
es el poder de los antepasados que no hay duda alguna de que
acudirá en ayuda de sus herederos
o familiares más cercanos en caso de que ellos lo requieran.
Los chutu waqracha creen que, una vez desprendido
del cuerpo, el espíritu rondará por un tiempo a su familia antes de partir al
mundo de los espíritus, muy lejos rumbo a levante de donde partieron hace tanto
tiempo que nadie puede recordarlo. Durante uno o dos años, el cuerpo del
difunto permanece envuelto en trozos vegetales. Tiempo después, ya concluida la
descomposición, la calavera se desprende y se graba. Finalmente, los huesos se
lavan y se depositan en una cámara de piedras donde el espíritu se encontraría
con sus antepasados.
Pero
no todos los espíritus regresan a levante. Los espíritus de aquellos que en
vida violaron alguno de los tapu ancestrales, prohibiciones
y preceptos relacionados con aquello que se considera sagrado, sin embargo
deben permanecer cerca de sus lugares de residencia, escondidos durante el día,
o encarnados en objetos y bestias. Por la noche salen a deambular por las
vecindades adoptando terroríficas formas, cometiendo fechorías, robando,
matando o atemorizando a los inquietos mortales.
Existen también los espíritus pícaros, pecadores de
tapu menores, como la lascivia, la gula o la maledicencia, y los hay también
bondadosos, que han robado para proveer de sustento a sus familias en épocas
difíciles. Todos estos comparten esta supervivencia nocturna, merodeando, y sus
parientes, a pesar del temor, reciben sus bendiciones.
Con todo no hay mayor prueba de nobleza para un chutu
waqracha que ser capaz de recitar los nombres de sus antepasados remontándose
si es posible hasta aquel que partiera de la tierra originaria de levante en la
gran flota que los trasladó hasta las Chakapwasiwatana. En honor de estos grandes
individuos se erigen enormes esculturas que siembran las islas desplegando
enormes sombras.
Esta
creencia en los espíritus de los antepasados no quiere decir que los chutu
waqracha no tengan dioses. Make-Make es el dios creador,
el dios supremo y aquel que es omnipotente, aquel que les dio vida en levante y
al que regresan tras la muerte.
Los sacerdotes son los encargados de mediar entre
los espíritus de los difuntos y los vivos y también el que prepara a los
primeros para su nueva vida.
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