Historias del Concilio pretende dejar testimonio de casi treinta años de dados y rol.

En 1991 compré mi primer juego de rol. Fue El Señor de los Anillos, el juego de rol de la Tierra Media, traducido, publicado y distribuido en septiembre de 1989 por la editorial barcelonesa Joc Internacional. Era un libro de “tapa dura” con una ilustración de Angus McBride en la portada. Desde entonces y hasta hoy han pasado por mis manos literalmente docenas de manuales y entre mis amigos y yo hemos hecho rodar, literalmente, decenas de miles de dados de múltiples caras.

En 2011 hizo veinte años de nuestra primera partida y, puesto que ahora apenas si tenemos la oportunidad de quedar un par de veces al año, decidí embarcarme en el proyecto de rescatar algunas de las historias que durante este tiempo he compartido con ellos para, tras darles un formato digno, compartirlas con quien quiera leerlas. Me he propuesto publicar una aventura o módulo cada trimestre alternándolos con otras entradas sobre mi pasado, y escaso presente, como jugador y director de juego. Algunos de los módulos serán algo viejunos. Los hay bastante elaborados y otros muy sencillos. Más largos y completos o meras escenas, casi eventos para una partida rápida. Si alguien se reconoce en una de estas historias, gracias por haberlas jugado conmigo y bienvenido.

26 octubre 2014

Hijos del Dios Sol - Cultos - El Mito de Inti - Parte III.

HEREDEROS DE LA LUNA
La Diosa Luna, hermana de Inti y benefactora de los habitantes de Entom, acude todas las noches a iluminar en mayor o menor medida la tierra que estos hoyan. Khilla aparece en el panteón de todos los cultos basados en el Mito de Inti pero en ningún sitio es tan reverenciada como en Sian, La Casa de la Luna. Los sikimira que fundaron la ciudad y han construido un pequeño imperio alrededor de esta son popularmente conocidos como los Herederos de la Luna. Según sus leyendas cuando Inti descubrió la traición de algunas de sus reinas y montó en cólera Khilla en persona acudió para rescatar a los más capaces de los hijos de su hermano y guiarlos hasta Karuchaqana. Iluminó el gran puente sobre el mar durante todo el éxodo y contuvo la furia de Inti el tiempo suficiente para que sus elegidos completarán el viaje.
 
Para los Herederos de la Luna Khilla es tan poderosa como su hermano, algunos en privado dirán que incluso más que este pues alumbra en la oscuridad de la noche aunque no osarán hacer tal afirmación en público. La influencia de la Diosa Luna marca el ritmo de crecimiento de las cosechas, sus fases causan el alboroto del mar y son un marcador del tiempo sin igual. Es la castigadora de los ladrones y la protectora de las reinas.
 
En Sian se ora y cumplimenta también a Inti, como es lógico, y a Wiraqocha, el creador. Al Dios Sol es común ofrecerle sacrificios, incluso de sintientes, pues su ira debe ser apaciguada y la deuda contraída al evitar su furia pagada. Junto a ellos el resto del panteón común a todos los credos basados en Mito de Inti  reciben reverencia y plegarias.
 
Al contrario que en otros lugares en Sian todos los templos son administrados por una misma comunidad clerical que es también la que rige los destinos de la ciudad y el imperio. Los sacerdotes de la luna son el gran poder al mando de la comunidad. Su poder es tal que incluso las reinas están subordinados a estos. Son los sacerdotes los que eligen a aquellas que más les convienen, los que se cuidan de ellas y de su prole de la misma forma que administran la vida de estos una vez alcanzan la vida adulta.
 
Un consejo de Namús, grandes sacerdotes, está a la cabeza del culto y gobierna tanto la vida espiritual como terrenal de los fieles.
 
Los Herederos de la Luna son un pueblo cosmopolita y viajero y dispuesto a aceptar que no todos comparten su visión del mundo. Abiertos de mente no tienen problemas en aceptar la existencia de otras formas de venerar a Inti y Khilla o incluso de que puedan existir individuos tan poco brillantes como para no darse cuenta de su poder y que deseen arriesgar su vida adorando a falsos dioses.
 
SUAMOQ
La ciudad sagrada de Suamoq es el centro del culto al Dios Sol mayoritario entre los kumihin. Para estos al principio todo era oscuridad y la luz, atributo lúcido y resplandeciente de las cosas, cualidad luminosa y esencia creadora que los kumihin conocen como Chiminigagua y que pocos dudan en equiparar al buen Wiraqocha, creó el mundo.
 
La interpretación del Mito de Inti que los kumihin observan se desvía en parte de las líneas comunes en Hanan probablemente debido al aislamiento sufrido durante muchos siglos. Las enseñanzas que en Suamoq se imparten consideran a Inti y Khilla, a los que ellos llaman Xue y Chía en su lengua, cómo esposos y no hermanos. Tal y como se narra el mito. Los kumihin abandonaron el Gran Paitití mucho tiempo antes de que la ira del Dios Sol se despertara. Bachué, su reina ancestral, guio a su prole a través del gran puente sobre el mar y estos ocuparon toda  Karuchaqana y allí moraron durante docenas de ciclos completos. Cuando la ira de Inti sobrevino y todo Entom tembló, la tierra de los kumihin sufrió grandes inundaciones que causaron penurias y dolor.  Muchos murieron y la población se redujo drásticamente quedando agrupada en los Anti de Hurin.
 
Bachué hacía tiempo que había desaparecido y los kumihin se habían apartado de las buenas costumbres. Habían olvidado a los dioses y pasaban el día en la holganza. 
 
Fue entonces cuando apareció Bochica. Bochica no era propiamente un dios pero según la leyenda fue él el que hizo retroceder a las aguas. Predicó y enseñó las buenas costumbres de nuevo y algunos preceptos morales. Bochica, el civilizador, enseñó a sembrar, a fabricar casas, a tejer en algodón y el fique, a cocer el barro y hacer ollas, la manera de calcular el tiempo y determinar las fechas para la siembra y la recolección. Los kumihin lo distinguieron como "nuestro pariente y padre". Bajo su supervisión se levantó el primer templo del sol en Suamoq y alrededor de este se organizó el culto que perdura hasta nuestros días.
 
En Suamoq se rinde culto a Xue, el Dios Sol, pero también  a  Chía, su esposa y a Bachué la madre ancestral. Junto a ellos el panteón lo completan otros dioses y espíritus vinculados a lugares y conceptos varios muchos de los cuales tienen su réplica en el resto de cultos basados en el Mito de Inti  aunque reciben nombres distintos.
 
El culto exige de constantes sacrificios que sacien la ira de Xue y paguen la deuda contraída durante los ciclos de paganismo antes de la llegada de Bochica. Todas las comunidades envían a jóvenes para que estos mueran en el altar del Dios Sol y el mismo rito se practica en los templos menores por todo Hurin.
 
Los sacerdotes, llamados jeques se educan desde su nacimiento en el templo de Suamoq  atendiendo a los seminarios dirigidos por ancianos. Son  los responsables de dirigir las ceremonias y sacrificios y solo cuando se considera que están preparados regresan a sus comunidades de origen para prestar sus servicios. Los jeques guardan los templos y lugares sagrados a los que se acude para realizar ofrendas y solicitar favores. Los concurrentes sin embargo deben permanecer a las puertas del recinto pues solo los sacerdotes tienen permitido acceder al interior. 
 
Los templos también acogen los restos de los sacerdotes fenecidos y de las reinas que los favorecieron.
 
Junto a las actividades religiosas, los sacerdotes participan también de la vida de la comunidad con recomendaciones acerca de la agricultura o mediando en los habituales conflictos entre las reinas.
 
Los kumihin son piadosos y celosos de su fe. Comparten la adoración al Dios sol con otras culturas pero no comprenden a los que no observan este culto. Su historia les demuestra que olvidarse de Xue y Chia solo puede traer calamidades y tratan a los herejes como temerarios que pueden arrastrarlos a todos al desastre.

19 octubre 2014

Hijos del Dios Sol - Cultos - El Mito de Inti - Parte II.

LA PRIMERA ESPOSA DEL SOL
Tal como narran el Mito de Inti los sacerdotes del culto de la Primera Esposa del Sol Wiraqocha creó para este una reina sikimira a la que el Dios Sol tomó como esposa. Esta primera esposa creada de la nada por Wiraqocha y tocada por la gracia de Inti es inmortal y una divinidad en sí misma.
 
La primera esposa engendró a su vez otras reinas que fueron tomadas por Inti como esposas y le dieron  nuevos hijos con los que poblar Entom. 
 
Las estrellas envidiosas tentaron a algunas de estas segundas y terceras esposas de Inti y las fecundaron dando lugar al resto de especies que pueblan Entom. Cuando Inti descubrió la traición, expulsó a todas sus esposas e hijos del paraíso de Gran Paitití, incluida a su primera esposa Warmi que cruzó el gran puente sobre el mar hasta Karuchaqana y se refugió en Qosqo.
 
La divinidad principal del culto de la Primera Esposa del Sol es por tanto Inti, el Dios Sol padre de los sikimira. Junto a este se venera a Warmi,  la Primera Esposa del Sol, madre de la civilización y diosa viviente. Además también tienen un lugar preeminente en el panteón Wiraqocha creador de Entom y Mama Khilla, la diosa luna, hermana de Inti, que se apiada de los hijos de aquel cuando el sol les da la espalda.
 
Una pléyade de dioses menores completa el panteón y reciben culto discreto similar al que pueden profesar otros fieles cuyos credos se fundamentan en el Mito de Inti.
 
La Primera Esposa del Sol reside en el gran templo dorado de Qosqo en el cual son venerados tanto ella como Inti. Los creyentes se encomiendan a ambos para que les proporcionen protección y ayuda en sus empresas, realizan ofrendas y solicitan a los sacerdotes que realicen sacrificios y rituales en busca de su favor.
 
Repartidos por todo el imperio de los Hijos de la Primera Esposa del Sol hay centenares de otros templos dedicados a estas dos deidades que normalmente son adoradas conjuntamente.
 
Los fieles a la Primera Esposa del Sol consagran su vida a Warmi tratando de demostrar así a Inti que los hijos de la madre verdadera son todavía dignos de su amor. El objetivo último del culto es lograr el perdón del padre dorado para que este permita a la comunidad regresar al Gran Paitití.
 
Se exige pues a todos los fieles entrega total a la comunidad, humildad y fidelidad a los valores de sacrificio en pos del bien común y fidelidad fraternal. Los fieles suelen portar una figura con forma de sol con ellos que es más elaborada y valiosa cuanto más relevante es su posición social.
 
La recompensa que un fiel obtiene es el favor de la reina y el progreso de su comunidad.
 
Una intrincada estructura sacerdotal liderada por el sumo sacerdote controla el culto a la Primera Esposa del Sol. El clero tiene una triple función. Por una parte se encarga de la organización de los rituales, plegarias y sacrificios así como de toda la vida religiosa y espiritual de la comunidad y los cuidados de la Primera Esposa del Sol. 
 
Por otra parte administra los bienes de Inti, sus tierras y  aquello que estas producen lo que les otorga una importante influencia en la economía del imperio.
 
Por último una rama del clero, conocida como Apupanaka, se encarga de asegurar la pervivencia de la especie. Los Apupanaka guardan celosamente las estancias de las reinas en las que las hijas de la Primera Esposa del Sol ponen los huevos de los futuros miembros de la comunidad, son los custodios de la pureza de la especie y recorren el imperio, e incluso los territorios más allá de este, asegurándose de que la estirpe de Warmi no se mezcla con seres menores a la vez que purgan Karuchaqana de indeseables hijos de la corrupción.
 
Los miembros del clero deben ser un ejemplo de virtud y entrega. Son los guardianes de la verdadera madre de la civilización y de la llama de la vida. Los sacerdotes son educados desde su nacimiento para realizar esta labor y su fanatismo está fuera de toda duda.
 
Los fieles de la Primera Esposa del Sol consideran al resto de sikimira como traidores a la madre primigenia y muestran poco o ningún respeto por ellos.
 
Su actitud hacía el resto de especies es todavía más desdeñosa pues ellos son los hijos de las promiscuas esposas que traicionaron a Inti. Son el motivo de que fueran expulsados del Gran Paitití y no merecen más que desgracias y sufrimiento.
 
LOS TRES SOLES
El culto de los Tres Soles es uno de los más antiguos de Karuchaqana. El Mito de Inti forma la base del credo de sus fieles pero en su interpretación del mismo una vez Wiraqocha creó Entom fue Pachakamaq, el primer sol, el que creo a todas las especies para su divertimento. Las reinas creadas por Pachakamaq vivían una vida de sufrimiento sin fin y oraban a diario para que este se apiadara de ellas y las protegiera.  Pero Pachakamaq no respondió a sus plegarias y fue Inti, el segundo sol, el que descendió del cielo para ofrecerles amor. Inti desposó a las reinas y pobló Entom con sus hijos.
 
Cuando Pachakamaq lo descubrió expulsó a Inti de Entom y dio muerte a cuantos hijos de este encontró a su paso, destruyendo también el paraíso de Gran Paitití y los puentes sobre el mar que el segundo sol construyera. Toda la vida sobre Entom hubiera fenecido ese día producto de la ira de Pachakamaq si Vichama, el tercer sol, no hubiera aparecido para detenerle.
 
Pachakamaq sabedor de que no era suficientemente fuerte para vencer a Vichama se lanzó al mar y se ocultó en las profundidades de este esperando una nueva oportunidad para completar su tarea de destrucción.
 
Pachakamaq, el primer sol, es venerado como creador de la vida. Es igualmente temido pues su ira es proverbial, es él el que desde las profundidades del mar escupe fuego a través de la boca de los volcanes o hace temblar la tierra.
 
Inti, el segundo sol, es el padre, el benefactor que acudió en ayuda de las primeras reinas y construyó el paraíso de Gran Paitití. Es el él que ofrece calor durante el día y hace crecer las cosechas. 
 
Vichama, el tercer sol, se enfrentó a Pachakamaq cuando todo parecía perdido y vengo la muerte y destrucción que aquel había sembrado sobre Entom. Vichama representa el coraje y la fuerza de voluntad y su llama arde en el interior de todos los seres de Entom.
 
Además de los Tres Soles una miríada de otras deidades menores pueblan el panteón de este credo entre los que destacan el omnipresente Wiraqocha y toda una serie de deidades asociadas a estrellas o constelaciones y a las que se atribuye influencia sobre diferentes aspectos de la vida mundana.
 
Cada uno de los Tres Soles, al igual que el resto de deidades menores, es venerado en sus propios templos en los que se realizan los rituales y sacrificios que el dios exige. Los fieles acuden a estos en busca de confort, ayuda o simplemente para asegurarse cierta protección ante la ira de estos.
 
El culto de cada deidad es independiente y los fieles deben satisfacerlas a todas por igual para lograr su bendición. Se considera que cualquier mal o desgracia que caiga sobre un creyente se debe a una falta de atención de este a sus obligaciones para con alguna de las deidades.
 
Cada uno de los templos es regentado por una comunidad sacerdotal independiente cuyo objetivo es servir al dios al cual se han consagrado. Incluso los diferentes templos dedicados a una misma deidad compiten entre ellos para atraer más fieles y ofrendas.
 
Los templos con más poder son aquellos dedicados a Inti y Pachakamaq en las urbes de mayor población. Al primero se le ora con la intención de lograr su favor, al segundo para evitar su ira.
 
Los templos dedicados a Vichama suelen ser menores y más sencillos pues se le considera un dios austero. Sin embargo Vichama es al sol al que se solicita ayuda en las situaciones de riesgo o peligro pues él es el que proporciona el valor para superar las adversidades.
 
El clero no participa directamente de la administración si bien los sacerdotes de los grandes templos administran un volumen de ofrendas tal que les ofrece cierta influencia.
 
El culto de los Tres Soles es practicado por diferentes comunidades e incluso diferentes especies, eso le confiere una cierta flexibilidad y tolerancia a las singularidades de cada una de estas. Tal actitud también predispone a los fieles para aceptar con mayor facilidad la existencia de otras creencias y religiones, especialmente si estas tienen como base una interpretación próxima del Mito de Inti.

12 octubre 2014

Hijos del Dios Sol - Cultos - El Mito de Inti - Parte I.

EL CULTOS Y CREENCIAS
Los pobladores de Entom no solo creen en sus dioses si no que les confían sus vidas de forma sincera y sin reparos. La religión es el motor principal de todas las sociedades y la fuerza que está detrás de las grandes civilizaciones. Pero no todos creen en las mismas divinidades, no todos practican los mismos cultos, no todos oran a las mismas entidades ni esperan de estas las mismas respuestas.
 
Existen en Entom multitud de dioses con tantas caras y nombres que sería imposible describirlos a todos o mentarlos siquiera. Los hay gentiles y benevolentes pero también iracundos y terribles. Sin embargo, entre este marasmo de deidades tres cultos destacan por encima de los demás: El Mito de Inti, el Culto de los Espíritus y la Promesa. Pero como no podía ser de otra manera en un mundo tan dispar incluso estas tres familias abarcan interpretaciones dispares y en ocasiones enfrentadas.
 
Sea cuales sean los dioses venerados en la mayoría de los casos su s lazos con el poder y la jerarquía social son siempre relevantes. La religión es en muchos casos considerada garante de la estabilidad, origen del orden y la sociedad. 
 
EL MITO DE INTI
Al principio no había nada y en esa nada Wiraqocha creó Entom que era hermoso y bello. Las estrellas curiosas se arremolinaron alrededor de la creación para admirarla y de entre estas Inti fue la que la más amó.
 
Tan fuerte fue su sentimiento que descendió del cielo y piso la tierra, se bañó en los mares y dejó que el viento le acariciara. Pero, sintiéndose solo, solicitó a Wiraqocha que creará para él esposas que le dieran una familia con la que poblar los valles y praderas, las montañas y desiertos, los bosques y las selvas de Entom.
 
Inti construyó una gran ciudad dorada, el Gran Paitití, en la que sus hijos podían cobijarse y les enseñó a estos como cultivar la tierra, como trabajar la madera y tejer la lana, como dar forma al cobre y al bronce y a la plata y al oro.
 
Cuando su familia fue tan grande que el Gran Paitití resultó demasiado pequeño para todos ellos construyó grandes puentes sobre el mar para que sus hijos poblaran cada rincón de Entom y estos así lo hicieron.
 
Pero las otras estrellas observaban desde el cielo y tuvieron envidia de la felicidad en la que Inti vivía. Algunas tentaron a sus esposas e hijos y no pocos de estos se dejaron engañar por ellas. La traición de su prole enfureció a Inti que no dudó en expulsarlos a todos del Gran Paitití, destruyendo los puentes que había creado y regresando al cielo para siempre jamás.
 
Inti todavía ama a sus hijos y por ese motivo les ofrece calor durante la mitad del día pero a su vez se siente herido y por eso les da la espalda durante la otra mitad.
 
El Mito de Inti es la base de la mayoría de los credos de Karuchaqana y también de los de la mayor parte de Entom. No existe un registro escrito del mismo y la tradición oral lo ha alterado en una infinidad de versiones e interpretaciones que han dado lugar a un número igual de cultos y religiones. La mayoría de estos sin embargo tienen una estructura similar y coinciden en muchos aspectos.
 
Para aquellos que creen en el Mito de Inti el mundo es como es porque los dioses lo han decidido, y todo aquello de lo que los pueblos disfrutan se lo deben a su suprema voluntad. Pero no por bondad, ya que no todas las divinidades sienten aprecio por sus fieles, sino por propio interés, ya que es la manera en la que desean organizar sus dominios.
 
Aunque un individuo sea seguidor de un dios en particular jamás llegará a pensar que su patrón es la única divinidad que existe. 
 
Por tanto, aunque existan diferencias teológicas y éstas originen discusiones entre eruditos o altos sacerdotes, ningún fiel negará al dios de otro. Es más, en caso de oír hablar de uno que no conoce probablemente lo incorpore a su panteón.
 
Como consecuencia, la tarea de un fiel no pasa por demostrar a su dios que lo prefiere por encima del resto de deidades, sino asegurarse de cumplir con sus preceptos para así ser recompensado o, al menos, no castigado. Los dioses son venerados por la protección que ofrecen, o por miedo a su ira; un creyente puede en el mismo día hacer una ofrenda a Inti para poder obtener una bendición que le proteja de todo mal, realizar una libación en honor a Illapa para que haga buen tiempo, y orar a Khilla suplicando que sus hermanos enfermos se repongan.
 
En cada una de las ciudades y aldeas en los que el Mito de Inti es la base de la religión hay multitud de templos dedicados a diferentes dioses, y es raro el asentamiento en el que sólo se venera a uno.
 
Sin embargo, muchas urbes o comunidades tienen un dios patrón, alrededor de cuyo culto se organiza el templo. La mayoría de sus habitantes son devotos de dicho patrón, y los días festivos son programados en torno a eventos importantes para el culto de esa divinidad en particular.
 
Hay tantos cultos como dioses, o incluso más, dado que algunas deidades son veneradas en diversas formas y los fieles atribuyen diferentes nombres a lo que en ocasiones no se trata sino del mismo ser. Lo que sí tienen en común es que todos organizan su fe alrededor de una versión u otra del mito y todos comparten el amor a Inti como padre de la vida y divinidad suprema.
 
Los sacerdotes en los cultos basados en el Mito de Inti, entendido este en un sentido muy amplio, cumplen la misión de propagar, mantener y oficiar el culto a una determinada deidad. Además, en la misma categoría se incluyen una serie de sujetos y funciones de muy diversa índole, que habrán de atender a una visión de la religión más popular y menos oficial.
 
El sacerdocio oficial tiene una clara misión político-religiosa. Más allá del simple mantenimiento de los templos y lugares de devoción, el sacerdocio de Inti y el resto de deidades del panteón celestial sirve de base sobre la que se sustenta toda la ideología del poder. El culto, regulado desde las más altas instancias, se propaga por entre los resquicios de la sociedad, desde los niveles más básicos, hasta el Estado, representado por las reinas o señores.
 
Aunque cargos políticos, estos individuos tienen además una función religiosa, por cuanto presiden generalmente los cultos, a pesar de no ser los oficiantes.
 
La pertenencia a la clase sacerdotal es motivo de prestigio y orgullo. El sacerdote, como sustentador de la doctrina, recibe una educación superior exclusiva de la clase dirigente, impartida en el Yayayhuasi, o casa del saber. Allí adquirirá todos los conocimientos necesarios para desempeñar cualquier cargo de la burocracia oficial, puesto que son funcionarios del Estado ya sea este una ciudadela de la ciudad sagrada, un señorío de la costa o un imperio de los Anti. Sus educadores eran los sabios amautas, guardianes de las tradiciones y cultivadores de la ciencia.
 
No se accede al sacerdocio de forma voluntaria pues la única vía de ingreso es la selección por parte de otros sacerdotes. La mayoría de los templos de las comunidades desarrolladas disponen de sistemas para elegir a los individuos más duchos de la comunidad en sus primeros años de vida de forma que sus capacidades puedan ponerse al servicio de la deidad pertinente lo cual refuerza el sentimiento de predestinación y pertenencia a una casta superior.
 
Son especialmente deseados los jóvenes poseedores de poderes especiales o de dotes de adivinación, futuros umuqkuna o munanapsuwa de la comunidad, y aquellos en los que  confluyen en elementos considerados sobrenaturales, como haber nacido durante una tempestad, o bajo una señal divina inequívoca como un eclipse.
 
Los sacerdotes distan mucho de ser un grupo homogéneo, estando divididos jerárquica y funcionalmente en virtud de la labor que desempeñan y del grado del desarrollo de la comunidad a la que pertenecen. Hay sacerdotes de por vida y a tiempo parcial; algunos son educados en escuelas mientras que otros alcanzan el sacerdocio por mor de alguna señal sobrenatural; los cultos locales, los de los pueblos menos capaces o más alejados de la civilización, son oficiados por los ancianos y se subdividen por especialidades, según sean adivinadores, curanderos, hechiceros, sacrificadores de animales, etc.
 
El número y nombres por los que se conocen son incontables; el calparicuqui, encargado de sacrificar animales y adivinar soplando en sus entrañas, los camascas, que curan con hierbas y también adivinan, o los achicoc, que echan suerte con granos de maíz y estiércol de carnero. El punchaupuilla, es capaz de adivinar hablando con el Sol, el mosoc, que adivina mediante los sueños, o el ichuris, realizador de confesiones.
 
Aparte de estos representantes del culto popular, los sacerdotes oficiales están también estructurados según su rango y función. El principal es el Willaq uma, o sumo sacerdote del Hatun Qhapana, el gran templo de Inti en Chakapuma. Sólo puede alimentarse de hierbas y raíces y beber agua, debiendo guardar largos ayunos de ocho días. Como gran jefe religioso, media en todas las cuestiones teológicas entre confesiones y puede nombrar a todos los miembros del alto clero.
 
Por debajo se sitúan diversos estratos con funciones diversas, como los nueve o diez Hatum willaq, consejeros de alto rango, que cuentan con el privilegio de estar exentos del pago de tributo y prestación militar o trabajo público, así como el derecho a nombrar poetas que les compongan canciones de alabanza. Están también los Humu o Nacac, que las crónicas wayrurongo describen como hechiceros, carniceros o desolladores de animales para el sacrificio como los anteriores exentos de tributo.
 
Los servidores de la clase sacerdotal, los yana, son el estrato inferior, encargado de labrar las tierras para el mantenimiento de los sacerdotes y de gestionar los recursos del templo.
 
Los lugares de culto pueden ser tanto huacas, lugares naturales de especial significación religiosa, como ríos, montañas, valles, quebradas o fuentes, o bien templos erigidos especialmente como espacio de devoción, como el Hatun Qhapana, la casa del Sol en Chakapuma, el lugar central de todos los cultos basados en el  Mito de Inti.
 
Los rituales observaban diferentes modalidades, como ritos de defensa y eliminación, mágicos, propiciatorios, ritos de tránsito, purificatorios, sacrificiales, etc.

05 octubre 2014

Hijos del Dios Sol - Creencias y Conocimientos

En Hijos del Dios Sol la magia y la religión están íntimamente relacionadas; son dos caras de la misma moneda, y es preciso entender ambas para tener una imagen completa de la faceta más oculta de Entom.
 
Cuatro conceptos rigen los conocimientos ocultos en Hijos del Dios Sol, son el Innii, Umu, Munanap Suwa y Chapaq. El primero hace referencia la fe, la religión y el culto a los dioses y antepasados. El segundo a la forma en la que los primeros intervienen en el día a día. El tercero a la relevancia de la comunidad, del espíritu colectivo de una sociedad y los lazos que unen a los que forman parte de ella. El cuarto y último es el más oscuro, nuevo pero antiguo, la búsqueda de la verdad del origen celestial y del secreto de la vida. Un misterio para muchos, una herejía para la mayoría y la verdad incorruptible para los que la persiguen.
 
MISTICISMO Y SUPERSTICIÓN
Lo primero que hay que comprender es que tanto en Chakapuma como en las tierras que lo rodean absolutamente todo el mundo cree en lo sobrenatural. Y no tendrían razones para no hacerlo, porque es una parte muy tangible de sus vidas.
 
Todos los días Inti acude a iluminarlos y todas las noches las estrellas ocupan su lugar en el firmamento. Las mareas vienen y van y las tormentas les golpean. La furia de los dioses sacude la tierra y su amor y caricias hacen crecer las cosechas.
 
El mundo es como es porque ellos lo han decidido, y todo aquello de lo que los habitantes de Entom disfrutan se lo deben a su suprema voluntad. 
 
Los munanapsuwa y los umuqkuna marcan el ritmo de la vida diaria desde los templos y ciudadelas guiando los pasos de los ejércitos de trabajadores y esclavos que, aplicados y obedientes, siguen el camino marcado sin protestar. Ellos son los garantes de la estabilidad y origen del orden y la sociedad. Los constructores de la civilización. 
 
Resulta complicado entender la visión del mundo de un habitante de Entom desde nuestra perspectiva, la de individuos rodeados de tecnología y razón, que viven en un mundo en el que la magia no es real ni tangible. Para poder sentir y vivir como uno de los personajes de Hijos del Dios Sol tendrás que hacer el esfuerzo de ver a través de sus ojos y meterte en su piel.
 
DESTINO Y PREDETERMINACIÓN
Como el resto de lo místico, el destino, es profundamente real en Hijos del Dios Sol. Para muchas culturas de Entom al nacer, todos los seres vivos, al igual que poseen un alma, también tienen un cierto sino. Lo que va a suceder está ya escrito y puede ser previsto e interpretado por los que saben dónde mirar. 
 
De igual manera, también puede ser desafiado e incluso modificado por voluntades fuertes o corazones valientes.
 
Así como cambiar lo que está escrito está disponible sólo a unos pocos, la capacidad para leerlo, con diferentes niveles de maestría, está al alcance de muchos más. Mediante la observación y el meticuloso registro de lo acontecido, los sabios y adivinos han compilado un volumen de saber que les permite predecir peligros y eventos con una precisión sorprendente.
 
Varios son los métodos con los que se afronta esta tarea, pero todos se basan siempre en la observación de un fenómeno, ya sea propiciado por la mano del que escruta el futuro u originado en la propia naturaleza. Extensos volúmenes detallan la manera correcta de observar las vísceras de un ternero o la forma en que el aceite fluye sobre el agua de un cuenco. También es estudiado lo que un aborto deforme puede augurar, o el significado de un eclipse.
 
Sea cual sea el destino que le espera a un habitante de Entom esté dejará en el su marca al nacer. Su vida viajará en pos de este y solo se desviará de este camino bajo la influencia de fuerzas más allá de toda comprensión. Aquello que le ocurra, por inverosímil que parezca estaba ya escrito.
 
La fuerza del destino y la predeterminación es uno de los pilares básicos de la civilización. La asunción de la propia posición en la sociedad como algo inexorable y contra lo que es inútil rebelarse sustenta los mundos civilizado de Karuchaqana e incluso permite la pervivencia de las pequeñas comunidades. Es por esto que los gobernantes, sacerdotes, reinas y señores se aplican en hacer saber a cada uno cuál es su posición y en reforzar su sentimiento de pertenencia.
 
MATEMÁTICAS Y ASTRONOMÍA
En Entom, durante la noche, cuando Inti se retira, la oscuridad lo envuelve todo y los astros se alzan iluminando el cielo como brillantes joyas sobre una oscura seda. Más grandes, más magníficas y más terribles de lo que puedas imaginar, no es sorprendente la fascinación que ejercen. La sensación de sobrecogimiento que producen no puede despreciarse; ellas iluminan la noche, y sus movimientos dictan el destino.
 
La astronomía juega un papel crucial en la mayoría de las culturas de Karuchaqana, no en vano Inti fue en su día una estrella lejana lo mismo que su hermana Khilla, y solo su proximidad lo ha convertido en la luz del mundo.
 
El estudio de los astros es uno de los componentes principales en los procesos de toma de decisiones de la mayoría de las culturas de Karuchaqana. Desde los hombres sabios de los sach’aruna de las junglas a los sacerdotes sikimira de los templos de la ciudad sagrada todos conocen el poder de las estrellas y aprenden a leerlas. Son las estrellas las que indican cuando debe sembrarse cierto cereal en cierto lugar o cuando una estación llega a su fin. Y como no puede ser de otra forma el sol y la luna son los portadores de e las señales más importantes. 
 
En el patio del Hatun Qhapana y en el gran templo de Sogamosa, en Qosqo y en Sian, en las cimas de las más altas cúspides de los Anti de Hanan y Hurin y en las riveras de poniente y levante de ambas islas continente los sikimira y los kumihin han erigido observatorios que permiten registrar el punto del horizonte por el que el Inti aparece cada mañana y aquel por el que se retira y tal  como se hace con el dios sol igual se hace también con el resto de estrellas del firmamento. 
 
Cada observatorio es en sí mismo también un calendario y el mayor de estos se encuentra en el gran patio público del Hatun Qhapana. Se trata de un conjunto impresionante formado por columnas de piedra de seis varas de alto que ocupan el centro del patio y que indican la fecha mediante una combinación de luces y sombras proyectadas por el sol sobre la estructura. 
 
El tránsito del sol es la base del sistema matemático sikimira, el único con entidad suficiente como para tener tal consideración y que han adoptado tanto los kumihin como el resto de pueblos sometidos a la influencia de la civilización. Este sistema tiene como base el número seis y considera una entidad completa seis grupos de seis, es decir treinta y seis. De esta forma cada día tiene treinta y seis horas y cada hora treinta y seis minutos. Cada mes treinta y seis días, y cada año seis meses. Treinta y seis años son una generación y treinta y seis generaciones tiene cada una de las seis estaciones. 
 
Los sikimira son igualmente los únicos capaces de registrar sus cálculos mediante los khipus y han ideado artilugios aparentemente sencillos que les permiten realizar cálculos extremadamente complicados.
 
La yupana es el más popular de estos artilugios. De alrededor de una capa por capa y media de tamaño, fabricadas en piedra, arcilla, madera o hueso, con oquedades en los que se colocan las cuentas (generalmente granos de sara o quina) estos sencillos objetos permiten elaborar cálculos de cualquier tipo. La posición y número de granos en cada oquedad está asociada a un valor y añadiendo o retirando granos, desplazándolos a izquierda y derecha se obtiene de forma rápida el resultado de las operaciones. 
 
La yupana puede también improvisarse en el suelo, dibujándola en la arena y permite contar incluso en la oscuridad.